No fui bendecido
con el don de la palabra,
a las pruebas me remito.
No esperes de mí
un ramo de flores,
una postal de película,
un anillo en una promesa.
Soy la sombra muda
que te persigue por el pasillo,
el roce de una mano
al pasar.
Un beso inesperado,
un abrazo furtivo.
Es cierto, no fui bendecido
con el don de la palabra,
me reitero en lo dicho.
No esperes memoria de
aniversario,
ofrendas nocturnas,
pétalos de rosa.
Soy el que cambia de canal,
el que cede su lado de la cama,
el que te ofrece su último
trozo de pastel.
Soy el que siempre está ahí,
a tu lado,
aunque no te lo diga
siempre,
pues no fui bendecido
con el don de la palabra.
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