jueves, 13 de agosto de 2020

A la RAE

Remito esta carta a la RAE,
a Santiago Muñoz, incluso
a Antonio Pérez-Reverte,
a quien convenga carajo.
Solicito, humildemente,
que eliminen ya,
de los libros de texto,
de la conjugación verbal:
condicionales, futuros y pretéritos.
Simples y compuestos.
(No entraré en imperativos,
ni en tiempo ni en modo).

Solicito, humildemente,
que dejen solo el presente,
el que indica aquí y ahora,
no quiero saber nada de hipótesis ni deseos,
que se joda el subjuntivo,
perdón, que me caliento…
Que quemen el resto
de manera perfecta o imperfecta,
me da igual,
pero que desaparezcan.

Por último, solicito,
humildemente,
y con esto acabo,
que animen a usar a la gente
más verbos transitivos:
querer, amar, desear, perdonar…
Atentamente, su humilde servidor
en el presente.

Te aprehendo

Te aprehendo en este momento,
con la yema de los dedos,
con la piel y los huesos.
Se detiene el fluir del pensamiento
en suspenso vital nuestros deseos
y beso, despierto, todo tu cuerpo.
Ya no existe el tiempo,
no hay límites a nuestros alientos
en este único, primordial, nuestro
momento.

Bésame

Bésame con todos los besos
que tu boca ha dado.

Quiéreme con todo el amor
que tu corazón ha regalado.

Estréchame con todos los abrazos
que tus brazos han brindado.

(Déjame ir con todas las lágrimas
que tus ojos han derramado).

La cena con la muerte

Ayer quedé con la muerte,
lo resumiré, en breve,
era nuestra primera cita,
cena, velas, música y
lo que se tercie.
-Cocino yo, es mi casa,
faltaría más, -le dije.
Mientras me preparaba encendí el horno.
Llegó la visita, puntual
como no podría ser de otra manera.
Capucha, guadaña, etc.,
lo típico de la primer cita.
-Estás algo delgada -le comenté.
-Has de comer más, mujer.
Hablamos de mi trabajo,
de su trabajo:
que si las clases, los aprobados,
las pandemias y los hospitales privados.
Un buen rato,
no sabía que esta mujer hablara tanto.
Un olor a quemado nos hizo callar,
se ha quemado la cena grité
alarmado.
No pasaba nada, reímos como locos.
Entonces saqué las velas para crear ambiente,
con las risas, ya relajados,
ella se había bajado la capucha negra,
brillante calavera a la luz de los llamas.
Qué bella estaba…
Las velas eran perfumadas,
de vainilla, me dijeron.
Mi invitada empezó a toser,
no se encontraba bien.
Dios mío que la muerte se me
muere,
y en mi casa.
Era alérgica a los frescos olores, a las alegrías y a las flores.
Apagué las velas, rápido
abrí puertas y ventanas.
Mientras ella descansaba sobre el sofá,
puse música romántica,
de las muy tristes, claro.
Pensé, vamos mal,
esta se me escapa.
Le pedí bailar uno de esos bailes agarrados.
Parecía que la cosa fluía al fin.
Pero no sé si fueron los nervios o
su larga y negra túnica encapuchada,
sin querer, le pisé el pie,
la hice caer.
Fue tal mi zozobra,
le pedí mil perdones y
le ayudé, gentil, a levantarse.
Ella, ya enfadada,
con síntomas aún de su alergia,
me retiró airada mi mano.
Me dijo entre toses que tiene que irse,
que la esperan en otra parte,
cosas de trabajo.
Yo eso lo respeto.
Le abrí la puerta cabizbajo,
otra vez mil disculpas,
yo no soy así,
es que es la primera vez que invito a la muerte.
Aceptó con ademán nervioso mis disculpas,
-¿Quedamos para otra día? 
Pero esta vez cenamos fuera –le rogué,
con una sonrisa en los labios.
Ella cerró la puerta sin mirar atrás.
Vaya, pensé
se me ha escapado la muerte.

miércoles, 12 de agosto de 2020

Cambio de canal

Sentado en el sofá, 
viendo la tele,
cambio de canal,
voy de película en película,
de Alien a Viernes Trece,
La tentación vive arriba,
(la bella Merilyn)
Transporter de mi actor favorito,
rudo y sexy calvo,
uno de los nuestros.

Cambio de canal,
pensando en el ahora
intento estar presente,
oír el murmullo de la noche,
los coches que van, 
la gente que viene
bajo mi ventana abierta.
A veces consigo cierta quietud,
otras, cambio de canal.

Aburrido apago la TV,
ya son las 12 de la noche,
tengo sueño,
aunque no consigo conciliar, últimamente,
mi mente con las sábanas,
tengo ganas de verte
y cambio de canal.
Me voy al cuarto, 
pienso en el último poema que he escrito,
"Bailando con el miedo", 
tétrico compás que no bailaré.

Cambio de canal,
pienso en una sonrisa radiante, 
en unos labios que reinician vidas al tocar,
en qué haré mañana por la mañana al levantarme,
en el poema tétrico que compuse ayer, 
en el último libro que leí,
pienso en mí.

Cambio de canal,
tumbado en la cama me concentro en el presente,
dejo que fluyan el miedo y la alegría por mi cuerpo,
no hay apegos, solo el ahora de mi cuarto en penumbras.
Respiro profundamente.

Cambio de canal,
oigo en mi mente unos versos del viejo,
los escuché de uno de mis youtubers favoritos ,
“se puede hacer poesía de las pequeñas cosas”.
Yo hago poca cosa de la poesía
y eso está bien.
Sigo tumbado, buscando un último verso que cierre
el día.
Medito un rato, me estoy durmiendo al fin,
pienso una última vez en tu pelo entre mis dedos,
en la fragancia de tu cuerpo.

Cambio de canal,
mañana la veré,
hablaremos por el móvil,
estaré nervioso hasta que llegue el momento,
vuelvo a pensar en mí.
Me duermo y cambio de canal,
ya te veo…

domingo, 9 de agosto de 2020

Trece pisos me separan de ti

Trece pisos me separan de ti.
En la falda del edificio,
siento, tras una dura jornada,
que no podré subirlos.
Luego me lleno de valor
y como Hércules me lanzo a la carrera
hacia las serpenteantes escaleras,
esforzado en sus trabajos.

Trece pisos me separan de ti.
En los tres primeros,
por el impulso y las ansias de verte,
creo que el reto se queda corto
que soy Leandro el de la fuerte brazada,
que en un instante estaré a tu lado,
abrazándote,
no apagues el farol mi amada.

Menos de trece pisos me separan de ti.
Después de la euforia,
empieza a faltarme el aire en los pulmones,
las piernas me arden,
la carrera se ha tornado en un avance
más lento, de pasos fuertes
de ecos en el pasillo.
Siento el pico divino, lacerante,
sobre el hígado atado a la roca.

Menos de trece pisos me separan de ti.
A medio camino del recorrido,
mi vida pasa compacta ante mis ojos,
soy consciente de los pisos que quedan
y las fuerzas empiezan a abandonarme,
temo girar la cabeza hacia atrás,
caer al infierno de nuevo.
Tras esta pequeña derrota,
aprieto los dientes,
agarro con fuerza la barandilla,
acelero el paso.

Menos de trece pisos me separan de ti.
En el noveno, décimo, undécimo,
me siento desfallecer y
como Sísifo, condenado, por toda la eternidad.
Descanso un poco, cojo aire profundamente,
mi corazón ya desbocado vuelve a regañadientes
a su estado natural.

Casi he llegado, solo un piso me separa de ti.
Al llegar a la planta deseada, creo que Ulises
no hubiera estado tan feliz al ver a su hermosa Ítaca.
Soy el vigía que en lo alto de la cofa grita:
-¡Tierra, tierra, tierra a la vista!

Ya dentro, dejó caer lo que fuera mi cuerpo
sobre el sofá.
Unos pequeños, ruidosos, rápidos
pasos se acercan, tan llenos de fuerza, tan llenos de vida,
me rodean con sus bracitos saltarines:
- ¡Trece pisos has subido… Muy bien!
Vayámonos al parque a jugar,
mamá.
Pienso en Hércules, Leandro, Prometeo,
Eurídice, Sísifo, Ulises y
los trece pisos.
Les sonrío:
- Claro amores, dadme un minuto,
ahora bajamos.

viernes, 7 de agosto de 2020

Con el paso cambiado

Todos transitamos con el paso cambiado
por el mismo camino.
Unos lo hacen a rastras,
otros son llevados por la corriente,
los hay veloces corredores y
lentos y metódicos observadores,
también quien, atados ambos pies,
pega saltitos cada vez.

Y todos luchamos en la misma guerra,
en batallas distintas.
Unos al frente del batallón,
otros a regañadientes,
los hay héroes y temerarios al son de las bayonetas.
Algunos hay cobardes y timoratos
escondidos en las trincheras
sin atreverse a avanzar.

Todos llegaremos al mismo sitio
y todos caeremos en la misma guerra.

La vida está llena de casis

La vida está llena de casis,
parecidos, iguales, pero tan diferentes.
Todos señalan un pequeño fracaso,
algo inconcluso,
una distancia mínima pero determinante,
algo así como la última victoria
en una guerra perdida.
La naturaleza de su no absoluto los diferencia.
Esta mañana casi pierdo el tren al trabajo,
y al llegar a la oficina casi no he pensado en ti.
Al almorzar casi me dejo la cartera en el bar
y al mirar a la camarera a los ojos casi me recuerdan los tuyos.
Por la tarde, en el gimnasio casi cojo la máquina que me gusta
y la joven que la estaba utilizando me ha sonreído disculpándose,
casi como tú cuando me quitabas el último trozo de mi postre.
Ya en casa, mientras ceno, veo en el móvil un mensaje:
- Hola, cómo estás? Hoy casi te quiero. Buenas noches.
La vida está llena de casis, parecidos,
tan diferentes, casi iguales.

jueves, 6 de agosto de 2020

Mis calles

Hoy he salido de mi casa
y he notado que me han cambiado las calles.
Pero lo he notado sobre
todo
cuando volvía,
no encontraba el portal
ni el número, ni mis llaves.
Me he parado a pensar,
dónde habré dejado mi casa.
Parado en la nada,
Mirando desconcertado
atrás,
adelante.
Después de un tiempo, perdido,
me he dado cuenta
que mi hogar lo llevo
envuelto, recogido y dentro
de mi corazón.

No volveré a mirarme en un espejo

Para Elena, la hacedora de sueños

No volveré a mirarme en un espejo
como antes.
Ojos negros, profundos, brillantes.
Luna roja en un mar que riela,
y sonríe tímidamente a quien
levanta la vista.
Buscadora de señales,
hablas con tus dulces muertos
y les preguntas a cada instante
por tus amores.
Espejo limpio que reflejas
en tu superficie una pasión
desbordante.
Ojos negros, profundos, brillantes.
Invocas a la sabia lechuza
bajo un cielo estrellado de sueños
y diamantes.
Contadora de cuentos,
bella trovadora,
no me canso de oír tus labios.
Cuéntame una historia,
que quiero dormir, sosegado,
arrullado
entre tus brazos.
No volveré a mirarme en los espejos
si no estás a mi lado.
Ojos negros, profundos, brillantes.

Sal a las heridas

Y si el mar
quiere echarle sal a tus heridas,
disolviendo tu dulce agua
en salitre convertida,
no te asustes,
estaré a tu lado.
Nos bañaremos juntos
sufriremos ambos.

Arrancarme el corazón

Quisiera suavemente
arrancarme el corazón
para poder abrazarlo,
con fuerza,
sobre mi pecho
y susurrarle al oído.
- Te quiero…
Nunca se lo he dicho
y no sé si tendré fuerzas
para hacerlo.

Duerme

A mi querida y dulce Emma

Duérmete mi amor
que yo velaré tus sueños,
esta noche mi alma
hará esta guardia,
y cuando de madrugada
grites, espantada, mi nombre,
apretaré con fuerza tu mano,
me levantaré despacio,
traeré agua
y volveré a tu lado.

Google maps

He buscado en el Google maps 
los contornos de tu cuerpo, 
el lugar exacto de tu boca 
para darte mis besos, 
y por una vez, 
me alegro, 
que me haga hacer
tantos rodeos.

miércoles, 5 de agosto de 2020

Como un rayo de luna

Fue nuestro amor como un rayo de luna,
una noche duró blanca y serena,
donde las nubes reflejaban nuestra dicha,
y la brisa suave de primavera
pronunciaba en susurros nuestros nombres.

Somos mil pedazos