martes, 7 de julio de 2020

Romance de la reina luna

Cuenta una leyenda antigua,
que en las noches serenas
claras, cuando el cielo se abre
y las estrellas desean,
asoma la reina luna
su bermeja cabellera
para conquistar a un joven
mancebo, voluntad tierna.
Niña era la reina, según
cuentan, por nombre Manuela,
enamorada de un joven
labrador, suerte funesta.
Cada domingo salía
a su finca jornalera,
dándole gracias a Dios
por su ventura y grandeza.
Un día en su granero,
lo vio remover la sémola,
su bello cuerpo tostado
por la suave y ardiente esfera
convirtió a niña en mujer.
Ardientes horas de espera
mirando su fuerte pecho,
amor de la reina aumenta.
Le hizo llamar un buen día,
como a dueño le venera,
pero el joven asustado
su dulce beso estropea
y sus requiebros rechaza.
Mas tiernas manos de seda
tocaron tímida su frente,
separan su cabellera
y el amor como una flor
germinó süave y lento.
El rostro alba de la reina
dibujaba una promesa,
-no importe lo que nos pase,
seré tu fiel compañera
por siempre jamás, mi amor-.
Las palabras embelesan
al rendido campesino,
y su pura esencia entrega
a los divinos designios.
Sus brazos con vehemencia
se abrazan con deliciosa
pasión funesta y confesa,
cuerpos de sudor perlados
con renovadas creencias
miran tranquilos al alba,
y a la luna cubierta
por el día se conjuran.
Se enteró el rey de esta afrenta
y ordenó matar al pobre
campesino de Manuela,
sin culpa y sin perdón,
en el calabozo le echan.
La niña, ahora mujer,
pidió a su rey indulgencia,
pero este la rechazaba,
era un plebeyo, ¡qué ofensa!
Se consumó la condena,
el joven triste murió.
La quebrada inteligencia
todos los días lloró,
su espíritu envenena
su maltrecho corazón.
Salió rota de su pieza,
trastornada por el dolor,
deshizo su cabellera,
aurora granate y púrpura,
contempló a la blanca doncella.
-Reina luna, reina roja,
escucha a tu más sincera
y humilde seguidora-.
Le pidió que de tinieblas
escondiera las estrellas,
que ver el rostro amado
esta vez le permitiera.
Desde lo alto se lanzó
y el pacto alunado sella.
Reina luna, reina roja
su cuerpo al cielo lleva,
y ahora la reina luna
a su joven balancea
entre sus níveos brazos,
fijo su rostro, le observa.
Desde entonces los jóvenes
que no pierden la paciencia
de su pasión prohibida,
juran su dulce promesa.
- Reina luna, reina roja,
que nuestra pasión eterna
dure hasta el fin de los tiempos. 


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