Blanco, y sobre blanco,
negro.
Tu cabello suelto cubre
lento tus hombros;
tus manos ávidas
asen mi cuerpo
y recorren,
pícaras,
su contorno.
Mientras, tus ojos brillantes
como ascuas en la noche
miran y dicen,
callan y otorgan.
La marea de las caderas
inunda la noche
de un ritual ancestral.
Blanco y, sobre blanco,
negro.
Gime la luna al compás,
miran recatadas la escena
las estrellas lejanas.
Transpira la oscuridad.
Blanco y, sobre blanco
negro.
Sigue el ritmo
de nuestros cuerpos
el vacío denso de la habitación.
Y otra vez,
blanco y sobre blanco
negro.
Que prosigue el poderoso drama, y que tú puedes contribuir con un verso. Walth Whitman
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